Luis Monge: “Hay un des- conocimiento de cómo un creador se inserta en las plataformas digitales respecto a sus derechos”

El destacado creador, pianista y académico costarricense aborda el escenario actual debido a la pandemia, la escena jazzística de su país, la importancia de las raíces africanas para el género en Latinoamericana y la protección del trabajo de los músicos en servicios digitales.

Con una vasta carrera como creador, académico, pianista y autor, Luis Monge se ha hecho un nombre como uno de los músicos más destacados de Costa Rica en el jazz, música de cámara y música clásica, con múltiples grabaciones y participaciones como concertista.

Al igual que muchos de sus colegas, Monge debió adaptar su actividad tanto como músico como docente -es profesor de piano en la Universidad Nacional de Costa Rica- debido a la pandemia por el Covid 19, y en conversación con Alcam, cuenta que ha debido ser “muy creativo” para desarrollar la creación, la enseñanza o la interacción con otros músicos y proyectos, habiendo cambiado su metodología de trabajo.

“En circunstancias no pandémicas el tiempo lo podía manejar de forma más flexible. Pese a que en el confinamiento podía estar encerrado mucho tiempo, la migración y la transformación de todas las actividades a plataformas digitales y a replantearse como hacer las actividades trajo consigo una inversión de tiempo muy grande e incertidumbre”, cuenta.

“No dedico tanto tiempo a la composición, mi dedicación es por proyectos con los que yo voy armando, ya sea con compañeros músicos o académicos de la universidad, o para eventos donde se va a presentar una obra y se haga una premiere de una obra mía, ese tipo de oportunidades son las que aprovecho”, agrega.

Cofundador del cuarteto Swing en 4 y con estudios en su país natal, México, Estados Unidos y Alemania, Monge es una voz autorizada a la hora de hablar de jazz. Al ser consultado por  el desarrollo del género en Costa Rica, y pese a que la escena se vio afectada por la pandemia, valora la existencia de una evolución y una “curva de desarrollo ascendente, positivo”.

“Esto ha ido de la mano de la inversión que ha hecho Costa Rica como estado nación en educación musical (…) Esta inversión de muchas décadas ha ido dando frutos a medida que los músicos instrumentales, de concierto, contemporáneos o de vanguardia cada vez somos más profesionales y esto ha hecho que la escena vaya creciendo y se vaya consolidando más”, indica.

Sin embargo, según cuenta, lo anterior contrasta en que no existe un vínculo fuerte entre los músicos locales, lo que a su juicio frena una mayor repercusión del trabajo de éstos a nivel internacional.

“El hecho de que no exista una red de vínculos, una estructura y una conciencia de los músicos respecto a la vinculación entre sí y en cuanto a reunir elementos que permitan tener una mayor cohesión ante las políticas generales de los gobiernos de turno, hace que sea un sector un poco invisibilizado y que funciona un poco al margen de las tendencias principales de la industria cultural del país”, afirma.

 

¿Cree usted que el jazz cuenta con espacios formativos y de difusión necesarios en su país?

Los espacios formativos y de difusión para el jazz, jazz fusión o nuevas propuestas relacionadas con músicas contemporáneas o con elementos jazzísticos o latinoamericanos, no cuentan con suficientes espacios formativos ni de difusión. Hay algunas opciones en algunos teatros, pero en circunstancias adversas generalmente, que no se ajustan a este tipo de propuestas, puesto que son emprendimientos y visiones de la cultura musical que no pueden entrar en la carretera principal de la gran industria musical internacional, que tiene bastante copada la difusión y la reproducción aquí en Costa Rica.

Tenemos el Centro Cultural Costarricense Norteamericano, que es el que el gobierno de Estados Unidos tiene hace más de 50 años y ahí apoyan y brindan el espacio, pero también a veces las condiciones no son favorables, hay que luchar mucho. Los artistas deben conseguir sus propios recursos o mediante alianzas estratégicas con un productor o un patrocinador, que cada vez son menos. Teníamos una radio exclusiva de jazz, pero hace 10 días desapareció, después de 20 años de existir, a causa de la misma situación. Las tendencias del mercado radial van en otra dirección, y los dueños de esta emisora no pudieron sostenerla, ni tampoco hubo políticas de ninguna oficina del Estado para evitarlo.

¿Cree usted que podemos hablar de una identidad latinoamericana del Jazz? ¿Si es así, qué elementos podrían diferenciarla?

Claro que sí, se ha escrito y se ha analizado la identidad latinoamericana del jazz, o un jazz con matices hispanoamericanos. Esto viene desarrollándose hace décadas y cada vez se consolida más, los elementos que diferencian los repertorios jazzísticos con el de otras latitudes es la fuerte herencia de los elementos de origen africano, eso está marcando una diferencia.

Además, la relación por la influencia y la hegemonía euro norteamericana en nuestros espacios culturales ha hecho que tengamos un nexo mayor con los repertorios jazzísticos más primigenios, más originales que surgieron de los Estados Unidos. Por lo tanto, la cercanía y también la conexión que hay de ciertas herencias afro en América del Norte, Central y del Caribe iniciaron un camino de mayor claridad identitaria en torno a ese jazz, que se percibe como parte ya de las músicas contemporáneas y que tiene características latinoamericanas, entendiendo lo latinoamericano no como si fuéramos algo completamente homogéneo, sino por regiones, por influencias de ida y de regreso. 

Desde su perspectiva, ¿cuáles son los principales problemas que tienen los compositores en su país, con respecto a sus creaciones en las plataformas digitales?

En un inicio, todavía hay un amplio desconocimiento de cómo se inserta, cómo se ubica un creador en estas plataformas en relación con sus derechos. No tanto en la carga o las acciones independientes que uno hace para que su música figure en estas plataformas, sino respecto a sus derechos, a la manera de monetizar. Hay mucho desconocimiento.

También hay que generar de alguna manera una relación de mayor equidad, de mayor balance de esta gran industria trasladada al ámbito digital, la difusión y el lucro que hacen las plataformas con su música (…) Esta área de producción musical cultural sigue siendo de alguna forma más invisible, más marginal, no porque no exista creación; sí existe materia prima, pero no tiene las mismas puertas abiertas como antes en la industria tradicional de la grabación y los discos compactos.

¿Qué soluciones ve posibles?

Un fortalecimiento de las iniciativas que dan cohesión y de la educación, y que hay que seguir en una lucha para que en las diferentes instancias que tienen que ver con cultura musical, tanto en la formación académica como en las instancias gubernamentales, se emprenda la captura de contenidos relacionados con los derechos, la profesionalización de este ámbito de los artistas, en cuanto a su forma de hacer sus ingresos (…) Sigue siendo vigente el famoso adagio de que el conocimiento significa poder: al tener mayor información y conocimiento los autores sobre estos aspectos, estaremos entrando en un terreno de mayores soluciones en su forma de interactuar con ese ámbito digital y poder recibir mayores beneficios.

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