Internet ha revolucionado la forma en que producimos, escuchamos y transmitimos música. Los CD están en vías de extinción, los reproductores de CD ya no existen y los discos de vinilo son objeto de coleccionistas. A comienzos de esta tercera década del siglo XXI, la música está en las plataformas de streaming: Youtube, Spotify, Deezer, Apple music, entre otras.
“Quod no en actis no en el mundo”. Se trata de un antiguo brocado de derecho romano que significa que “lo que no está en el proceso judicial, no está en el mundo”. Es decir, un juez solo puede analizar la evidencia de un caso si está en el proceso. Podemos actualizar este pensamiento para nuestro mundo digital y su relación con la música: el artista y las obras musicales que no están en Internet, no estarán en el mundo.
Y el artista que no comprenda esta nueva lógica será atropellado por la rueda del tiempo.
¿Y qué significa llevar tu música al entorno digital? Poder hacer que tu música esté disponible de forma gratuita para que todos puedan escucharla suena muy bien y democrática, especialmente para artistas independientes y menos conocidos. Después de todo, para subir a un portal de transmisión y hacer que se escuche tu música, no necesitas un sello discográfico, un editor o las portadas de periódicos y revistas, o publicidad en radio y televisión.
OK, pero simplemente poner tu música en Spotify significa que realmente se escuchará? La revista estadounidense Rolling Stone publicó un informe que aborda la investigación de la empresa Alpha Data, según el cual más del 90% del total de audiciones en los portales de streaming son de canciones correspondientes a solo el 1% de los artistas. En el período que abarca el estudio (enero de 2019 y marzo de 2020), un millón seiscientos mil artistas lanzaron fonogramas que fueron escuchados 293,8 mil millones de veces. Es un océano absurdo de obras musicales a tu disposición.
El entorno digital, por tanto, repite la desigualdad que ya existía en el mercado de la música. Y el estudio muestra que, por increíble que parezca, la democratización del acceso a la música que brinda el streaming tuvo el efecto de fortalecer aún más el poder de los grandes sellos, ya que son los principales responsables de estos artistas que conforman el 1% de la élite.
El mundo digital ha absorbido las cosas buenas de la vida real, pero también las malas. Si antes había payola, o el famoso jabá, ahora está la playlist. El dinero permanece en las mismas manos, solo que ahora en un formato diferente.
Si esa es la mala noticia, la buena es que, a través de Internet, y a pesar de lo que muestra el estudio de Alpha Data, muchos artistas independientes están logrando formar su público, difundir su música y vivir de sus obras en el entorno digital, incluso fuera del poder de los grandes players de música. Los recursos y las oportunidades para lograr este objetivo existen, y es responsabilidad del artista hacer el mejor uso de ellos. Internet brinda la posibilidad de interacción con tus fans o seguidores a través de fanpages y páginas del género. También le permite analizar y estudiar a qué tipo de público quiere llegar, a qué grupo de edad, ubicación geográfica de los fans, etc. La noticia sobre la carrera se difunde a través de publicaciones en las redes sociales, permitiendo una relación directa entre artista y seguidores, de una manera nunca imaginada en la fase pre-digital. La expansión de esta audiencia se logrará cuanto más el artista interactúe en sus páginas, lance más canciones, obtenga más likes y motive la expansión de su música.
El resultado de esto es que hoy en día hay muchos artistas que nunca han aparecido en las principales cadenas de televisión, nunca han tocado en la radio, y que sin embargo tienen miles e incluso millones de seguidores. Está en marcha una gran pulverización artística: un número importante de artistas conocidos solo en pequeños nichos, que nunca llegarán al gran público. Pero podrán construir su carrera y podrán formar una audiencia fiel. Y este proceso de digitalización de la música se potenció en este año de 2020, debido a la pandemia: ahora, incluso los conciertos se han vuelto digitales, a través de las “lives”.
Queda mucho por hacer, sobre todo desde el punto de vista económico: el pago justo a autores y artistas es todavía un sueño lejano, pero que se ha plantado en varios enfrentamientos entre gigantes tecnológicos y defensores de los defensores de los derechos de los autores. Esto sucedió en 2019, con la aprobación de la Directiva Europea de Propiedad Intelectual por parte del Parlamento Europeo. El camino es duro y largo, pero ya hay señales positivas.
Lo más importante es que, en este año pandémico de 2020, el artista necesita entender que la música está y estará, cada vez más, en Internet.