“El dorado”: celebrando 20 años de uno de los pilares del rock colombiano

El Dorado. Aterciopelados.

En octubre de 2015 cumplió dos décadas “El Dorado” (1995), disco insigne de la banda colombiana Aterciopelados, conjunto liderado por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago. Para celebrar los 20 años de la placa, una gran cantidad de artistas hispanoamericanos se unieron en un álbum tributo.
“El Dorado: 20 años” se gestó desde la agrupación Barrio Colombia, y fue lanzado en formados de CD y vinilo. El trabajo contó con la participación de renombrados músicos como Carlos Vives, Enrique Bunbury, Kevin Johansen, Christina Rosenvinge y Gepe, y un grupo de escritores ligados a la música y la cultura dieron vida a un libro anexo al álbum, con textos, fotos e ilustraciones dedicados a Aterciopelados.
“‘El Dorado’ es quizás el disco más importante en la historia del rock hecho en Colombia. También fue un ejercicio de memoria, en un país que olvida tan fácilmente a la personas y lo que pasa (lo bueno y lo malo), y nos pareció necesario recordar y celebrar la vida de un disco y unos creadores maravillosos”, explica Humberto Pérez, de Barrio Colombia.
Según asegura el historiador y comentarista musical, uno de los gestores a cargo de la realización del tributo, “El Dorado” es un disco clave no solo en la discografía de Aterciopelados, sino que además puso a Colombia en el mapa sonoro del continente a mediados de los noventa.
“Con ‘El Dorado’, y gracias a diferentes plataformas de difusión, los latinoamericanos supieron a qué sonaba el rock colombiano en ese momento tan importante en el que el concepto de rock “alternatino” encontraba representantes en diferentes países, como Café Tacuba en México, los Fabuloso Cadillacs en Argentina, Los Tres en Chile o Dermis Tatú en Venezuela”, afirma.
Pérez cuenta que fueron casi 50 los músicos que en un comienzo estuvieron considerados para dar vida al álbum, y finalmente, con el visto bueno de los propios Aterciopelados -quienes también sugirieron algunos nombres- se determinó que 16 artistas darían vida al tributo. “Sólo teníamos una cosa clara: queríamos que todos los invitados fueran cantautores”, comenta Pérez.
Según asegura el historiador y comentarista musical, este homenaje a Aterciopelados “fue posible gracias a la suma de muchas voluntades”, y rescata el hecho de que se haya gestado sin la participación de grandes compañías discográficas.
“Una de las cosas bonitas de este disco-libro es que responde a un deseo del corazón y no estuvo intermediado por la industria, no nació en una reunión de ejecutivos buscando alguna excusa para capitalizar algún catálogo”, indica, celebrando el fruto de una gestión que tomó más de 10 meses y contó con la participación de más de 100 personas.

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