Un poco de historia

Desde que tengo recuerdos estuve inmerso en actividades vinculadas a la creación y la expresión.

Por un lado siempre me fascinó la pintura, estudié plástica muchos años y participé de un grupo de intervención urbana llamado “La Tromba” que realizaba murales por la ciudad de Montevideo. Fue por eso que estudié (después de un intento fallido en Facultad de Medicina) Diseño Gráfico en la ORT y Arquitectura en la Universidad de la República del Uruguay. Hoy soy Diseñador Gráfico y Arquitecto.

Por otro lado, principalmente, siempre tuve una pata en el mundo de la música. Vengo de una familia de músicos, he estudiado flauta, guitarra, bajo y me atrevo a tocar el tambor chico y el piano.

En 1997 formé la banda Cursi, con la que editamos siete discos y un DVD (varios de ellos editados en Argentina). Tuve la posibilidad, gracias a la música, de tocar por todo el Uruguay, Argentina, Colombia y Paraguay.

También he grabado y producido a muchos artistas Uruguayos (Queyi, Sebastián Jantos, Mariana Lucía, Álvaro Caraballo, etc.).
En el 2008 tuve el honor de participar tocando, grabando y produciendo la canción de mi hermano Jorge “A la sombra del Ceibal” que se transformó en el himno del Plan Ceibal (Programa para la Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea), tendiente a promover la inclusión digital para un mayor y mejor acceso a la educación y a la cultura.
Este programa brinda un laptop a cada uno de los estudiantes de la Educación Pública Uruguaya contribuyendo al ejercicio del derecho a la educación y la inclusión social facilitando la igualdad de acceso al conocimiento, y el desarrollo de programas educativos que influyan en la población interesada.

Desde el 2010 integro el Consejo Directivo de Agadu (Asociación General de Autores del Uruguay) desde donde impulsé, junto a otros compañeros autores, el desarrollo del ciclo de Audiovisuales de Autores Uruguayos llamado “Autores en Vivo”.

Formo parte como bajista estable de los proyectos musicales de Queyi y Mariana Lucía.

En noviembre del 2014 edité mi primer disco solista llamado “de nuevo” por el prestigioso sello Uruguayo Ayuí Discos.
En este disco trato de mostrar de la forma más sincera mi realidad actual. Fue por eso que el disco se llama “de nuevo”, porque para mi iniciar una carrera solista fue como comenzar un nuevo ciclo en la música.

¿Por qué formo parte del Alcam?

Tengo 37 años y hace más de 20 que de alguna manera u otra estoy metido en el mundo de la creación. Ser un creador en América Latina es un lindo desafío!
Primero tenemos que luchar contra el concepto generalizado que existe en la sociedad de que ser músico, o autor no es un trabajo es una especie de “hobby”.
Creo que ya no me dan los 20 dedos de mis manos y pies para contar las veces que se me presentó esta situación de forma recurrente:
Me preguntan: -¿Y vos que hacés?
Respondo: -soy músico, tengo una banda!
Y sistemáticamente la siguiente respuesta: ah.. que bueno! ¿ y de que trabajás?

Este concepto forma parte del inconsciente colectivo, está ese mito de que los músicos viven en un limbo de “sexo, drogas y rock & roll”, en giras interminables plagadas de excesos y fiestas. Pero este mito no es más que eso, un gran mito. La triste realidad es que llegar a poder vivir de la profesión de músico es (al menos) tan difícil, trabajoso y poco “glamouroso” como lo es cualquier trabajo y profesión.
Invertir en estudiar, invertir en instrumentos, dedicar tiempo, horas lejos de la familia, pasar interminables horas de sueño en las carreteras durante las giras, tocar la mayoría de las veces para locales con poca gente, discutir con el dueño del local porque no quiere pagar lo acordado porque “vino menos gente”, pagar alquileres, cuentas a fin de mes y todo se complica más cuando al músico se le ocurre tratar de formar una familia y tratar de brindarle una vida decente a los hijos…

Todas estas cuestiones son cuestiones “normales”, de gente “normal”, que aspira a tener una vida “normal”. Parecería que los músicos viven por fuera de esa “normalidad”. Capaz que esa es una de las razones por la cual se piensa que los músicos no necesitan un salario para vivir.
Si a eso se le suma, que la mayoría de los músicos están dispuestos a “pagar para hacer lo que más aman en el mundo”, la ecuación se complica. No conozco ningún trabajador de otro oficio (con todo el respeto y admiración que se le debe tener a un trabajador sea del oficio que sea) que te diga “yo nací para esto, este es mi sueño de vida por el cual estoy dispuesto hasta a poner plata para poder hacerlo” (algo que he escuchado de muchos colegas músicos!).

En este complejo escenario es donde sale a la luz algo que por lo general en el ambiente de los músicos no se habla: el dinero. Así de simple y de directo: el dinero para vivir, para comer, para pagar las cuentas que llegan a fin de mes…
Nadie ve mal que cualquier agremiación del rubro que sea luche por un salario justo que permita cubrir los costos de la canasta básica, creo que es momento de que los músicos latinoamericanos a través del Alcam empiecen a tener conciencia de la importancia de hacer valer sus derechos, de lo necesaria que es la agremiación y la militancia para reivindicar derechos básicos inexistentes para la gran mayoría de los que nos dedicamos a esta actividad (salud, jubilación, acceso a bienes básicos, etc.).

Es por esto que es tan importante para mi que exista un espacio como la Alianza Latinoamericana de Compositores y Autores de Música (ALCAM) que esté presente en toda América Latina ya que es el inicio de un largo camino que todos en conjunto tenemos que caminar para lograr reivindicar esos derechos como cualquier colectivo de trabajadores.

Es por esto que hoy más que nunca digo: viva la música, viva el Alcam!

Diego Drexler

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