Dos ediciones en Santiago de Chile lleva LeRock Fest, festival que ha reunido a creadores de música experimental de distintas partes del continente.
“No nos interesa poner a alguien con muchas reproducciones en Spotify”, dice Rodrigo Jarque, músico, compositor y director de LeRock Fest. “No nos interesan los números. De eso se encargarán otros festivales, otras propuestas más pendientes de lo que se lleva en la temporada. A nosotros nos interesa tener bandas que probablemente jamás escucharías”. Esta es la declaración de principios del encuentro musical, festival de vanguardia con base en Santiago de Chile y que ya anota dos ediciones.
LeRock Fest tuvo su primera edición en enero de 2018, y la segunda en mayo de este 2019. Artistas de Brasil, Chile, Perú, Argentina, México, Colombia, Estados Unidos e Inglaterra dijeron presente en la reciente versión de la cita, que tuvo más de 10 horas de música en 3 escenarios distintos. Ahí confluyeron el rock, la electrónica, la música de corte ambiental e instrumental, con la experimentación y vanguardia como columna vertebral.
Jarque, líder de la banda chilena Inverness -que formó parte de la grilla 2019-, explica que el festival nació de una “necesidad de darle espacio a la música de nicho” en Chile, a artistas que por lo general no cuentan con una vitrina de exposición ni grandes niveles de difusión. Muchos de ellos forman parte de LeRock, sello discográfico que da nombre al evento.
“El festival está pensado como una plataforma que nos permita hacer visible nuestra escena. Ese es su sentido: queremos que nuestras bandas tengan un espacio de calidad, en el que puedan plantarse de tú a tú con cabezas de cartel mundiales y demostrar que la factura de sus protestas puede internacionalizarse”, cuenta.
La presencia de bandas extranjeras, según cuenta, es fruto de la asociación con sellos y colectivos musicales de diversos puntos de la región. “Estamos realmente acercando a las personas, a las bandas, haciéndolas colaborar, nutrirse, conocerse, aprender y ojalá atreverse a salir con sus músicas a otros lados. Ese es el objetivo”, define.
“LeRock Fest no quiere ser un mapa de lo que está ocurriendo en la música, quiere ser una brújula que te dé una idea de hacia dónde está yendo la vanguardia latinoamericana. Suena pretensioso, pero honestamente así lo sentimos. No lo haríamos si no pensáramos que es eso. Nada fácil en realidad”, agrega.
¿Cuál es el sistema de financiamiento del festival? ¿Cuentan con ayuda gubernamental o de terceros?
Nos adjudicamos un fondo estatal y el resto salió de nuestros bolsillos. Tuvimos mucha ayuda de nuestras bandas en el sello, todos trabajaron para que esto pudiera hacerse realidad.
¿Cuáles son las principales dificultades a las que se enfrentan durante la producción del festival?
Nosotros mismos (Risas). Más que dificultades, son desafíos. Hay muchos: coordinar con los artistas internacionales, arribos, logísticas de traslado, catering, coordinación de escenarios, hacer que la gente se entere de que el festival existe y que se interese en ir (…) Son muchas áreas que hay que cubrir y somos pocas cabezas. Pero el corazón es bien grande.
Tras una segunda versión que fue “mejor de lo que pensábamos” pero que también trajo un “desgaste mayor”, según reconoce Jarque, LeRockFest proyecta una tercera realización en el mediano plazo. El creador además insta a que “más músicos se atrevan a profesionalizar sus espacios. Me refiero, a tratar de hacerlo mejor”.
“No basta con hacer tocatas por aquí y por allá en un espacio deficiente y llamarlo ‘festival’. En algún momento hay que pegarse un salto y hacerlo bien. Y eso es mucho trabajo. No todos están dispuestos. Pero es reconfortante saber que en México, Argentina, Perú, Colombia y Brasil hay personas moviéndose junto con nosotros acá en Chile para conectar nuestras músicas de nicho. Y de ahí poder ir a Norte América y Europa y Asia”, concluye.