Pasión, energía, una propuesta ecléctica, una “sopa alquímica” como dice su guitarrista y compositor Gabriel Brikman. Estos atributos conjugan en Radical, banda uruguaya que desde 2002 se ha perfilado como una de las más destacadas de la escena rockera y metalera de Uruguay.
Compuesta en la actualidad por Brikman, Rodrigo Costas en voces, Joel Carballo en el bajo y Álvaro de León en las baterías, la agrupación ha ganado dos Premios Graffiti -que celebran y premian lo mejor de la música oriental- en la categoría de mejor álbum de Heavy Metal.
Con un puñado de sencillos, álbumes y material en vivo, el conjunto deambula por el rock, el punk, el hardcore y hasta el deah metal, aunque “sin ataduras de géneros”, según cuenta Brikman.
“El metal es quizás nuestro elemento primario, pero si escuchas vas a encontrar el formato canción ycosas de muchísimos géneros musicales que nos impactan y nos afectan, como el hardcore, el punk, el rock and roll, el blues, y todos los subgéneros del metal: thrash, death, grind, doom”, afirma el músico.
Sobre sus líricas, el miembro afirma que Radical “es una banda que le habla al escucha”. “Desde lo personal, la resistencia a una realidad que presiona y que te destruye y aliena. Es social, es política pero no partidaria. Es política de cómo pararte frente al futuro”, agrega.
– ¿Cuál es la situación de la escena metalera uruguaya? ¿Hay espacios de difusión o circuitos de fechas para que las bandas del género puedan presentar su trabajo?
– Bueno, Uruguay es una suerte de laboratorio en miniatura de los países vecinos. Todo pasa en miniatura. Hay cosas increíbles, pero con poca repercusión. Hay bandas talentosísimas, pero con poco ruido ya que somos muy pocos en el Uruguay. Somos 3 millones de los cuales 1.3 vive en la capital y el resto… nada. Entonces es difícil poder hacer la vida real de una banda. Sin embargo, estamos en un momento claro de exportación de bandas. Artistas que hacen Brasil, Argentina, Chile como nosotros y el caso de las bandas ganadoras del certamen Wacken cada 2 años. Hay circuitos pequeños, pero sin embargo hay una fe ciega en hacer música y buscar otros horizontes. Eso es común a todas las bandas; es increíble y a la vez motivador.
-En tu país, ¿Crees que existe un equilibrio entre la difusión de las bandas locales versus las extranjeras?
– ¡Negativo! Equilibrio espiritual tenemos las bandas locales. (risas) Pero a la vez las bandas debemos empezar a tener un sentido diferente de todo esto. Amor propio, aprender a defendernos y mostrar que “lo nacional” no es de segunda. Lo nacional tiene un valor. Y recordar que los ídolos que el público adora… es industria nacional en algún lugar. Estamos colonizados, pero no voy a un sentido chauvinista o nacionalista, no. Voy a que a veces, por ser buenos anfitriones nos convertimos en buenos sirvientes (…) La localía debe respetarse para entablar lazos sanos.